Balleneros, morteros, barcos corsarios, chalupas y barcos de vapor, Clippers o incluso atuneros cañeros han animado el puerto durante siglos con su actividad incesante. Para conservar esta memoria, el barco Aïrosa, construido en 1953 por el astillero Hiribarren frères de Ciboure, fue declarado monumento histórico en 2002. Este buque, todavía en activo, con tres mástiles de trabajo, permite practicar la pesca costera tradicional con bolinche y caña. En la actualidad, el dominio de la carpintería naval se perpetúa en los astilleros Marín y Socoa situados en Ciboure. La construcción de barcos tradicionales como los batteleku o couralins son parte de su actividad. Desde 2019, el astillero Marin se encargó de la construcción de una réplica de Alba, una barca sardinera a vapor de 14 m construida en 1907 en el astillero Letamendia. En el paisaje portuario falta la emblemática figura de la Kaskarot, la vendedora de pescado de voz enérgica, hasta principios del siglo XX animaba la vida cotidiana de ambas ciudades.
